La persona que fui...

Cuando no nos permitimos una transformación después del dolor.

Saber que podemos rescatarnos del fondo de nuestros vacíos, saber que podemos tener una mirada profunda y muy amorosa; Saber que somos valiosos por lo que somos nosotros mismos y encontrarnos en la identidad que nos ofrece el otro.

Cada vez que nosotros nos damos el espacio para reconocer el pasado, implica que podamos reconocer la persona que fuimos, la persona que estuvo antes que nosotros, es decir una versión antigua, dura, la versión no trabajada de nosotros mismos, aquella que encontramos en los silencios de la noche, en nuestras heridas de pareja y heridas de alma, aquella versión que duele, la versión que raspa; la que lastimo a otros.

Es que mirar hacia el pasado solo tendría un verdadero sentido, solo si nos comparamos con la versión mas ególatra y rota que nos llego a habitar, aquella que por un momento estuvo en nosotros, la que nos escogió para crecer, ¿En verdad!!! podemos crecer desde aquí?; Por supuesto que si!, podemos y no solo eso, avanzamos en nuestro andar cotidiano, podemos ser mejores cada día, podemos encontrarnos y actuar diferente cuando así se requiere, el acto de morir alude a una transformación, alude a aquellos pasos dolorosos para reconocernos en el piso y entonces ponernos nuevamente de pie.

La versión que fui, aquella versión que siempre habito desde mi pasado... esta allí, al pendiente de su propio andar, de perdonarse, de completarse. La persona que fui se rescata a si misma, desde el perdón y desde el encuentro amoroso.